En la situación en la que vivimos, desarrollamos una serie de nuevos hábitos que ayudan a pasar el tiempo. Igual que antes la rutina era feroz, apresurada en la que el desayuno en casa duraba escasos minutos. Ahora, todo fluye más despacio.
Uno de los gestos con los que arrancamos el día es buscar la evolución de la epidemia. Hacemos un análisis macro y micro. Cómo ha evolucionado en el mundo, en nuestro país, cómo se comparan los datos en España con los de Italia. Otros se alegran de que Estados Unidos, el culpable de todos los males del mundo, y Trump por encima de todo, ya sea el país con más contagiados. Es curioso, pero China, que sale muy bien en las estadísticas, sea el país más odiado; ¿será que nadie se cree los datos publicados?