Autor: Manuel MORALES, agustino
Tiene su chispa el fraile capuchino Cantalamessa. La semana pasada, hablando a la Curia vaticana, citaba a un ateo, Sartre. Y recordaba de él una especie de iluminación: Se encontraba un día el filósofo en un parque público. Sentado y agachado, contemplaba debajo del banco cómo se hundía en la tierra la raíz de un castaño. Y de pronto… descubre que “aquella masa negra y nudosa, enteramente bruta, ¡existe”! Lo había olvidado. Es que “las palabras -pensó- se desvanecen y, con ellas, el significado de las cosas”. Le ocurría eso con la raíz y con el mar verde y con la gaviota…Con todo. Vemos las cosas, nos acostumbramos a verlas, pero no sentimos que aquello “existe”. Es como si la existencia se nos ocultase, cuando “ella está ahí, en torno nuestro, en nosotros, ella es nosotros, no es posible decir dos palabras sin hablar de ella”.